Mi primera victoria
Mi sangre
Sentir los minutos pasar. Gente hablando a tu alrededor. Muy dentro, tu dolor. Profundo. Hace daño. Susurros. Miradas que se fijan en tí y luego se desvían hacia otro lado. Felicidad en todo. En todos. Sé que yo nunca seré feliz.
Un pequeño corte. Lo suficientemente pequeño como para que manen unas gotitas de sangre. Roja, caliente, palpitante. Viva. Es mi sangre. Otra laceración. Más sangre. Mi corazón late más rápido. Las sábanas se han manchado. Yo sigo en mi cama, mirando mi muñeca, sus sombras azuladas. Lo que hay dentro de mí. El líquido vital que sale del pequeño corte, resbala entre mis dedos. Cae al suelo, cae entre las sábanas. Lo justo para sentir un pequeño dolor. Pero eso no me basta. Necesito más. Es mi alimento, mi substento. Y quiero más. Cojo la cuchilla. No voy a dejar que la vida me gane la batalla. Así... Un ligero temblor. La carne, abierta y pegajosa. Mi vida evaporándose, un leve mareo. Soy yo. Desciendo hacia lo más hondo. Otro empujón, no puedo hundir más la afilada hoja. Ya. La arteria ha reventado y, con ella, el clímax del dolor.
Mi primera victoria.
B.r.o.k.e.n.D.r.e.a.m.s
Sentir los minutos pasar. Gente hablando a tu alrededor. Muy dentro, tu dolor. Profundo. Hace daño. Susurros. Miradas que se fijan en tí y luego se desvían hacia otro lado. Felicidad en todo. En todos. Sé que yo nunca seré feliz.
Un pequeño corte. Lo suficientemente pequeño como para que manen unas gotitas de sangre. Roja, caliente, palpitante. Viva. Es mi sangre. Otra laceración. Más sangre. Mi corazón late más rápido. Las sábanas se han manchado. Yo sigo en mi cama, mirando mi muñeca, sus sombras azuladas. Lo que hay dentro de mí. El líquido vital que sale del pequeño corte, resbala entre mis dedos. Cae al suelo, cae entre las sábanas. Lo justo para sentir un pequeño dolor. Pero eso no me basta. Necesito más. Es mi alimento, mi substento. Y quiero más. Cojo la cuchilla. No voy a dejar que la vida me gane la batalla. Así... Un ligero temblor. La carne, abierta y pegajosa. Mi vida evaporándose, un leve mareo. Soy yo. Desciendo hacia lo más hondo. Otro empujón, no puedo hundir más la afilada hoja. Ya. La arteria ha reventado y, con ella, el clímax del dolor.
Mi primera victoria.
B.r.o.k.e.n.D.r.e.a.m.s
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