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Mark Spitz

Mark Spitz Por un momento nuestros dedos volvieron a rozarse y esto vuelve a parecer el típico inicio de post que suelo odiar. Has dormido bajo mi manta pero sin mí. Un pequeño detalle comprensible cuando pienso que lo nuestro es totalmente imposible más por mí que por tí y que te quedaste un día como esa Shakira que tanto te gusta, como Mona Lisa, sin llanto y sin sonrisa y todo por mi culpa.

A veces es dificil entenderme, lo se. No soy más que un puto chiflado que divaga en internet para que lo lea gente de México, o de Colombia, gente que está a miles de kilómetros, mientras me doy cuenta de que ni siquiera quienes me rodean saben la dirección de este weblog. Ellos saben más de tú y yo que tú misma. Así de triste. La comunicación dejo de ser un instrumento, pero sin querer, y tú lo sabes, con silencios nos lo decimos todo.

A veces te he odiado, lo reconozco, por no haber tenido la fuerza suficiente para aclararme las ideas cuando más lo necesitaba. Un simple empujón hubiera sido lo que yo necesitaba y lo que me hubiera lanzado dírectamente hacia tí. Hoy estarías aquí a mi lado, lo se, y la semana que viene volaríamos donde tu y yo ya sabemos, y sin querer, me haría cumplir la promesa en forma de moneda que hace 7 u 8 años lancé a aquella fuente. La dolce vita, si, esa misma...

Y hoy hemos vuelto a dormir juntos, pero a medio metro de distancia, un puto abismo insalvable para mí, creeme. Mientras tú dormias yo pensaba y te miraba. Lo siento, supongo que no te gustaría saberlo, pero creeme, la comarca de Campos no es un lugar demasiado interesante como para mirarla a ella a través de un cristal sucio de yogurt. Hoy he preferido mirar hacia dentro, y mudo, decirte miles de cosas.

Hoy he vuelto a saber que todo es imposible, absolutamente imposible y por eso te escribo esto que jamás leerás, yo mismo me encargaré de ello. Disfrutadlo amigos de México, Bolivia, Venezuela, porque Ella jamás leerá esto que vosotr@s leeis ahora mismo.

Se que lo nuestro fué extraño. Una mirada en Toledo, un roce en La Rioja, una conversación en Vegas de Matute y un beso en una parada de taxi un día de lluvia. Los ingredientes perfectos para una road movie en la que he estado acompañado una pequeña parte de la película. Supongo que ahora me toca conducir solo. Deseame suerte.

Y se que aquella noche te quedaste extrañada y dolida, y no era mi intención o quizá si mi deseo más sibilino. Lo siento. No supe decirte realmente lo que quería, lo que sentía y que es todo esto que te escribo aquí detrás y esas dos putas palabras que solo nos dijimos una vez, entre lágrimas, aquí mismo, detrás de donde estoy, y que me parecieron uno de esos momentos inolvidables en el corazón de cada persona. En aquel momento quería y lo hacía con todas mis fuerzas. te abracé tan fuerte como pude para no soltarte más y aún así ya ves, todo se rompió de la noche a la mañana. Fué algo parecido a la muerte, a cuando no sabes como ni de que manera te arrebatan del todo a un ser que quieres. Aunque estuvieras allí, a 20pico kilómetros o a un golpe de teclado en el msn me parecía sinceramente que no existías ya. Eso me decía la enorme pena que me embargaba aquellos primeros días y que, porque mentirte ya, se que sigue conmigo... No lo entenderás, déjalo. Es igual...

Ahora me siento como Mark Spitz fuera de su piscina y sin sus medallas. Vacío, sintiendo que me falta algo para ser yo mismo. Como el agua que envuelve al pez, dándole de respirar, protegiéndolo del viento... ¿Recuerdas?...

En el fondo si que quisiera que leyeras esto, Se que haría lo nuestro un pelín menos imposible.

Escuchando [Nacho Vegas- Mark Spitz (Jamás pensé que escuchar tu canción me hiciera escribir todo esto...)]

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